Después de un no muy agradable sabor de boca por la obra “Dulce Caridad”, de no ser por la orquesta y Lolita Cortés, decidimos Quetzalli y yo consentirnos un poco y buscar algo agradable de cenar.
Era sábado en la noche, así que entre muchas opciones que teníamos decidimos por el restaurante Petrus, de cocina europea mediterránea, que acorde a mi experiencia era una muy buen a opción para cenar algo sano, rico y acompañado de un muy buen vino.
¡Qué decepción!, al llegar al restaurante, como a eso de las 8:30 de la noche, el lugar estaba más que desolado, sólo había un par de mesas ocupadas, una por una pareja y otra por un par de amigas.
Tuvimos que esperar como cinco minutos para que nos asignaran mesa, pues no había personal y mucho menos una hostess. Después de que un sujeto de la barra del fondo se percatara de nuestra presencia, un mesero nos asignó una mesa.
Antes de ordenar los alimentos, el mesero nos sugirió una mimosa, la cual, Quetzalli aceptó, yo por mi parte solicité la carta de vinos, pues en mi mente circulaba el que Petrus cuenta con una amplia gama de 100 etiquetas de vinos de las cuales 80 son entre blancos, rosados y tintos por copeo.
Al llegar la supuesta carta de vinos, el mesero únicamente me dio una carpeta informativa con los vinos del mes, los cuales no me interesaron y tan sólo eran cuatro o cinco. Al cuestionarle por la carta completa de vinos porque quería saber cuáles eran las etiquetas por copeo, el hombre se limitó a llevarme 4 botellas abiertas de vino tinto y me indicó que únicamente tenían esos vinos en existencia.
En la mente yo traía un buen vino de Santo Tomás, o de LA Cetto, cuyas botellas por cierto decoraban muy bien y seguramente “muertas de risa” una enorme barra y terraza del restaurante. Me tuve que conformar con un tinto Matarromera.
Ya para entonces la decepción era grande, pues ya habíamos pasado por dos experiencias negativas. Decidimos ordenar una sopa de cebolla y una ensalada, cabe destacar que me sorprendieron los precios de la carta, muy accesibles y además podías armar paquetes con entradas y platos fuertes.
La sopa pasó la prueba de fuego y nos agradó, sin embargo la ensalada venía con las hojas de lechuga mal escurridas, llenas de agua y sin el más mínimo de aderezo.
Al llegar los platos fuertes, la decepción fue más, pues llegó un salmón sobre una cama de pasta, la cual venía bañada en aceite, por lo tanto, el salmón estaba más que grasoso, tuvimos que pedir un plato limpio para cambiarlo y secarlo un poco de la cantidad de grasa. La pasta pos supuesto estaba incomible.
En mi caso llegó un corazón de filete, el cuál, solicité término medio sin embargo no venía lo suficientemente sellado, además acompañado de una pasta completamente llena de grasa, no se si era mantequilla o aceite, pero igualmente incomible.
Antes de retirarme me dirigí a la barra y observé que había varias botellas de vino abiertas, más de diez, por lo que cuestioné al otro mesero al respecto. Su respuesta fue: “¿desea probar alguno de los vinos?”, mi respuesta fue un rotundo no, sin embargo, le cuestioné sobre el echo de ofrecer vinos por copeo y el mesero muy amable me contestó que si, incluso que mi mesero debió ofrecerme una prueba de alguno de los vinos que yo eligiera, incluso sugerir alguna copa de acuerdo a mi platillo. Pos supuesto nada de eso pasó.
Qué desastre de restaurante y que decepción, me extraña pues Don Guillermo y su hija, propietarios del lugar, son unos amantes del vino y la buena comida, pero por lo pronto, este restaurante que ofrece eso y más, ya no le queda nada de lo que fue PETRUS en sus inicios.
Petrus se ubica en Insurgentes Sur 1217, Col. Extremadura Insurgentes. Teléfono 5563-6340. lunes a domingo 7 a 23 hrs. Consumo aproximado p.p. $200 a $300.
Aquí dejo el link de un reportaje que escribí sobre ellos hace ya cuatro o cinco años, en aquel entonces era algo muy diferente.
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